Decía Miguel de Unamuno que a través de una pajarita se acerca uno a lo inconmensurable y a la realidad geométrica de las cosas. Cien años después, el arte de doblar papel – papiroflexia u origami, la palabra original que designa a este arte japonés – está demostrando tener unas aplicaciones prácticas que ni el propio escritor bilbaíno habría soñado. El último gran logro relacionado con esta técnica aparece destacado esta semana en la revista Science y consiste en un sistema para diseñar robots capaces de autoensamblarse y ponerse en marcha después de desdoblarse en distintos pasos que siguen los principios del origami.